Al mismo tiempo busca en cada acontecimiento y en el
conjunto de la guerra en sí misma la causa profunda; de
hecho, gran parte del libro I desarrolla lo que para él
son causa profunda del conflicto, por un lado, y, por otro, los
detonantes externos del mismo, derivados, no obstante, de la
causa profunda: la expansión del imperialismo de Atenas y,
encadenado a esto, el conflicto de Corcira, el conflicto de
Potidea y el decreto megárico.
Relacionado con tal concepto están todas las
alusiones y meditaciones que Tucídides va haciendo sobre
el poder: su mayor procupación como político y
militar es analizar el fenómeno del poder, del
imperialismo y del hecho revolucionario. Para nuestro autor la
ambición de poder es un impulso innato de la naturaleza
humana y es éste el que, como motor de los impulsos
humanos, explica la conducta de los estados en la idea de que el
débil está dominado por el fuerte -la
filosofía del más fuerte. Por ello la Historia de
la Guerra del Peloponeso es la historia del intento de
conservación y aumento del poder imperialista de Atenas,
resultado de un plan prefijado de expansión imperialista y
excusado en el temor del propio imperio a perder su poder a manos
de potencias rivales. Es por ello que el imperialismo es el
centro focal de la reflexión de Tucídides en boca
primero de los grandes políticos atenienses (Pericles,
Cleón, Nicias y Alcibíades) con las matizaciones y
precauciones de cada uno de ellos y después de los
principales personajes del bando contrario (Hermócrates,
Arquídamo, Brásidas) con sus temores e
individualismos, con la idea subyacente de que la gran
beneficiada de la guerra fue Esparta.
Es por ellos que autores de la talla de Maquiavello -en
El príncipe – y de Hobbes -en su Leviathan – se basan en
ideas políticas de poder expuestas en distintos puntos de
la obra de Tucídides para elaborar sus propias tesis,
así como la idea surgida en grandes estudiosos de
Tucídides que ven en él un acérrimo defensor
de la Machtpolitik –política del poder- de Pericles y lo
describen como "el político que escribió para
políticos".
La historia contemporánea
La madurez de Tucídides coincidió con el
desarrollo de la guerra: al comienzo de ésta -431 a.C.-
debía de rondar la treintena. Es gracias al destierro de
20 años cuando decide contar y analizar la historia de lo
sucedido, ponerla por escrito con la intención de ser
leída con espíritu crítico
(xyngrafeîn), no para ser escuchada por un auditorio:
contar cómo se han producido y quiénes fueron los
participantes desde el punto de vista propio como
partícipe durante un tiempo y después como
observador de la misma y desde el punto de vista inmediato de
gentes que participaron en los avatares de la misma y con el
análisis del semblante psicológico y
político de los grandes personajes de la misma mediante no
ya la narración, sino mediante los discursos. Es la
narración de la historia con información de
primerísimo orden, tamizada eso sí por por el
filtro objetividad-subjetividad de Tucídides.
Es, por tanto, el primer autor que escribe una historia
sobre hechos contemporáneos y por ello se constituye como
principal fuente histórica de dicho período -junto
con escritores como Eurípides y Aristófanes que en
sus piezas teatrales incluían alusiones, burlas, noticias
y críticas sobre la guerra-, aunque, eso sí, de un
modo incompleto, pues murió al parecer antes de poder
acabarla. Sólo Jenofonte, Cratipo, Teopompo y las
Hellenica Oxyrhynchia continuaron el relato donde aquél lo
dejó, pero con una menor calidad, con una mayor falta de
testimonio y documentos inmediatos y con la falta de la
concepción histórica tucidídea.
Tucídides escritor
Influencias
Como escritor Tucídides es heredero de la
sofística ateniense y del espíritu de esta ciudad,
así como de las corrientes científicas y
filosóficas del momento. Cómo se muestran estas
corrientes e influencias en el autor, es fácil de
indagar.
Una tendencia del espíritu filosófico y
político ateniense de la época es la
preocupación por el presente, de ahí el giro total
de la concepción histórica de Tucídides
respecto a la historiografía anterior. Al mismo tiempo, el
gusto ateniense por la preocupación humana como ser
social, por su conducta privada -su moral– y su conducta
pública -su política-, se traduce en la
búsqueda tucidídea de la historia política y
humana alejada de toda influencia divina y de la historia
legendaria.
Por otro lado la influencia sofística se plasma a
lo largo de la obra en distintos puntos: en la estructura y el
estilo de su lengua, en el poder supremo de la razón -si
en Sócrates lo era como factor moral, en Tucídides
aparece como factor político e histórico
(gnóme y synesis)-, el estudio de lo verosimil
-tò eikós– como fundamento de la
crítica junto a una oposición al relativismo -la
historia de Tucídides es una lección de
política e historia universal, un ktêma eis
aeí.
De la filosofía natural de Anaxágoras y de
Demócrito toma la concepción de que el
espíritu humano actúa de acuerdo a sus leyes, leyes
naturales, sin intervención divina: la vida y la historia
se manifiestan como el encadenamiento de circunstancias naturales
y materiales junto con los hechos humanos.
De la escuela hipocrática hereda Tucídides
la metodología médica: deducir las causas por
observación e inducción, mediante la experiencia y
el raciocinio; la distinción entre causas
–aitía como causa profunda- y síntomas
–profásis como pretextos y motivos ocasionales-;
la influencia del carácter moral –nómos– y
físico –fysis– de los pueblos y su interés
médico y minucioso por describir la peste de
Atenas.
La metodología
El programa: en Tuc. I 22 se dedica a exponer
parte del método seguido para la elaboración de
su obra, todo él emparentado con las ya vistas
sofística, filosofía y ciencia. El
método indica que la narración consta de dos
elementos básicos: discursos y narración de
hechos, con la mayor objetividad en la medida de lo posible
para acercarse a la realidad de lo sucedido.Los discursos: hay discursos que realmente
Tucídides sí pudo oír, pero no son la
mayoría (los de fuera de Atenas antes de su destierro
y los de Atenas durante el mismo). Al mismo tiempo ofrecen un
aspecto muy sintomático: presentan analogías de
estilo y pensamiento con fórmulas que se repiten casi
a modo de correspondencias. Al mismo tiempo, dicursos de
personajes que no gozaban de la simpatía de
Tucídides -Cleón, por ejemplo- son pesados,
mientras que discursos de los personajes favoritos de
Tucídides -Pericles o Alcibíades- son
más amenos y ágiles. Por tanto, al margen de
que fueran auténticos o reelaborados, han sufrido la
actuación de un criterio estilístico al tiempo
que están todos ellos escritos en ático, lo que
hace sospechar en cierto modo de la objetividad de
Tucídides. No obstante, hay que tener en cuenta que,
como ha indicado de Romilly, el criterio de objetividad en
Tucídides no se basa tanto en distinguir lo verdadero
y lo falso, sino en distinguir con inteligencia y con
elección lo que cuenta y lo que no cuenta, lo
importante y lo insignificante.Otro dato que lleva a pensar
en la reelaboración de los dicursos es que la
duración de éstos en el ágora era mucho
mayor que la extensión que los discursos
tucidídeos presentan: al parecer lo que
Tucídides habría hecho es concentrarlos para
hacer de ellos unos discursos para ser leídos y no
para ser escuchados.Con todo, la variedad de los discursos es
muy grande: los hay encomiásticos, como el elogio
fúnebre de Pericles y el discurso en honor de
éste; los hay deliberativos, como los de la
conferencia de Esparta o la de Camarina; los hay dialogados,
uno sólo, entre embajadores melios y atenienses; y,
por último, están las arengas de los generales
y estrategos a los soldados.Narración de los hechos: respecto a
los hechos, Tucídides dice en su programa que se ha
limitado a una crítica profunda recibida de los
mejores testigos. Algunos eran de primerísimo orden y
muy famosos como Alcibíades, pero siempre pasando por
el tamiz de su objetividad. Tucídides selecciona lo
que, a su juicio, es historiable de los hechos y lo
acontecido, lo que siempre es importante para él y el
objetivo de su obra, aunque en ocasiones también lo
que calla es importante. No obstante, de lo que calla da
parte por consabido y conocido y, al mismo tiempo, enfatiza
lo que es de gran trascendencia.El estilo tucidídeo: si
Tucídides ha perdurado a lo largo de los siglos como
modelo de historidor y de prosista debe gran parte de su
éxito a la originalidad de su prosa y la peculiaridad
de su estilo, en parte único y en parte
modélico para la posterior prosa
ática.El léxico: el carácter del
léxico tucidídeo, a pesar de ser historiador y
prosista, se caracteriza por ser muy poético, aunque
parezca paradójico; cómo lo hace y lo consigue
es fácil, al menos para él: toma
términos y construcciones típicas de la
poesía, al tiempo que carga determinados pasajes con
un dramatismo, plagados con un ritmo prosístico muy
distinto del habitual, adoptando y adaptando para ello
palabras de poetas como Homero y los dramáticos o
tomando palabras y términos de la prosa jonia e
incluso creando él mismo nuevos términos y
expresiones. La lista de neologismos inventados y utilizados
por Tucídides es tremenda: los sistemas de
composición de palabras alcanzan con Tucídides
unas de las mayores cotas de la lengua y literatura griega.
Cualquiera, al traducirlo, habrá podido comprobar que,
de un lado, términos normales aparecen utilizados con
distinta significación en Tucídides y
sólo en él, ya ningún otro autor utiliza
tal acepción, y, de otro, términos que
sólo aparecen recogidos en Tucídides, bien por
primera vez o bien por única. Esto nos puede dar idea
de un rasgo de Tucídides: la precisión de su
vocabulario y la riqueza de matices de su lengua.Figuras retóricas: Tucídides es
un autor que usa de un modo prolífico distintas
figuras retóricas y estilísticas; de los
sofístas heredó el gusto por la
antítesis, una antítesis exacerbada, ya que la
usa no sólo para contraponer elementos de una
oración, subordinadas u oraciones enteras, sino que
también hace antitéticos los discursos: los
discursos se contraponen unos a otros -a veces unos son
respuesta a otros-, pero siempre cargados con el mayor
retoricismo, a pesar de su brevedad, con un estilo recargado
con largos períodos de
subordinación.
El estilo
tucidídeo
Al mismo tiempo el estilo de
Tucídides brilla por una dureza de construcción
(tò trachy tês harmonía), una falta de
delicadeza en el estilo que junto a su amaneramiento presenta una
gran violencia, lo que se ha dado en llamar inconcinidad
(inconcinitas) de estilo y figuras: el autor une elementos que no
coordinan entre sí normalmente. Relacionada con la
inconcinidad de estilo hay una serie de figuras tales como la
variatio (metabolé), que actúa como verdadero motor
estilístico de la obra tucidídea. Otro pricipio
estilístico es la brevedad de sus expresiones, una
concisión, que hace que a veces su prosa parezca un
telegrama que provoca en el lector-traductor la necesidad de
ejercitar constantemente la atención, debido a la tremenda
economía sintáctica y léxica del autor: da
muchas cosas por sobrentendidas en sus oraciones. Por ello brila
más la léxis katestramméne que la
eiroméne.También aparecen algunos ejemplos
de la típica construcción arcaica en anillo, la
Ringkomposition. Frecuente es, a menudo, relacionado con la
inconcinidad de su estilo, la utilización del anacoluto
para cambiar el tipo de construcción sintáctica de
la frase y asímismo la utilización del
paréntesis para añadir explicaciones.
La cuestión
tucidídea
Tucídides no concibió su historia como una
mera narración objetiva de acontecimientos bélicos;
su posición como estratego procedente de una familia
aristocrática y sus conocimientos de política no le
permitieron dejar al margen de su historia su propia
opinión sobre todo lo que envolvía ésta y
sobre ella misma. A partir de aquí la investigación
se encamina a determinar qué partes son nuevas y cuales
están retocadas, así como cuándo
comenzó a escribir.
Ullrich, en 1846 descubrió que había
diferencias entre las dos mitades de la obra (en el libro V
aparece un nuevo prólogo casi paralelo al que da inicio a
la obra tucidídea), y esto le hizo sospechar de un posible
cambio de plan a la hora de escribir su obra. Para Ullrich la
intención primera de la obra era escribir una
narración de la guerra Arquidámica -hasta la paz de
Nicias-, pero cuando de nuevo estallaron las hostilidades, se dio
cuenta de que era la misma guerra y alargó su obra
afirmando que la causa de la guerra era el temor lacedemonio al
poderío ateniense. Durante muchos años los
críticos se limitaron a retocar las teorías de
Ullrich.
En 1919 Schwartz se plantea la problemática de
los discursos; para él los discursos son concebidos y
realizados en dos períodos distintos, que se notan por un
corte en sus ideas sobre la guerra y una evolución interna
respecto a la cuestión del poder; en un principio los
causantes de la guerra son los aliados de Esparta, pero en el
segundo momento es Esparta la culpable de la guerra: Schwartz
dice que Tucídides, convencido al acabar la guerra de que
la verdadera beneficiada de la misma había sido Esparta,
fue ésta la responsable de la misma y que, una vez acabada
la misma, Tucídides orientaría lo que estaba
escribiendo a demostrarlo e incluso retocaría partes, como
el discurso de Pericles donde expone una política de
intransigencia con Esparta, para demostrar que tal
política era la apropiada para Atenas para haber vencido
en la guerra. La teoría de Schwartz parece ser que indica
que realmente comenzó a escribir una vez acabada ya la
guerra, pero que, no obstante, durante la misma, se habría
dedicado a redactar alguna parte y a tomar notas y
apuntes.
En 1920 Max Pohlenz expone una tesis que coincide en lo
básico con Schwartz, pero para él la
evolución en Tucídides es más lenta y su
límite o punto de cambio es más difícil de
marcar.
En 1929 Schadewaldt, atendiendo al análisis de
los libros VI, VII y VIII indica que Tucídides,
según él, primero quiso escribir una historia
'objetiva', pero que una vez acabada la guerra su
narración adquirió un matiz de
'interpretación'.
En 1930 Momigliano expone que en un principio, siguiendo
las tesis de Ullrich, escribió la guerra
Arquidámica, pero que después decidió
continuar el relato de la guerra interesándose más
por la política interna de la guerra y de los dos bandos y
fue entonces cuando introdujo los discursos.
En 1973 Dover indica que la afirmación de que
comenzó a escribir cuando empezó la guerra es
compatible con el hecho de que todo fue escrito a partir del
año 404 a.C. en el orden actual.
Autor:
José Luis Ubarnes
Uribe
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